Por: J. M. Romero

A pesar de la costumbre habitual imperante en la sociedad vigente, contagiada por unos modelos herméticos impuestos desde el propio sistema económico, vivimos una crisis de valores morales que se ha convertido en el pan nuestro de cada día. Para comprobar esta postura, se puede realizar una comparativa, aunque parezca una teoría bizarra, entre los bancos y la labor social, por ejemplo Cáritas.

La crisis económica que actualmente azota al mundo occidental está sacando a relucir los aspectos más desagradables del capitalismo y de aquellos que tienen el poder, a saber: políticos y banqueros. De esta estrecha relación se produce un intercambio de favores para ayudarse en momentos como los que estamos viviendo, últimamente destacan las importantes inyecciones de capital a entidades bancarias en dificultades. Mientras tanto, las consecuencias negativas las sufren los ciudadanos que tienen que soportar duros recortes y encima los bancos les asfixian por el otro extremo con altos intereses y eternas hipotecas. Muchos recuerdan hoy la cara de ese lobo con piel de cordero que les puso los documentos por delante y les prometió el oro y el moro, mientras, por dentro, se regocijaba pensando que dos almas más caían en manos del capital. Igualmente, a través de la pantalla vemos como se intentan cobrar esa deuda desalojando de sus casas a esas víctimas que con tanta ilusión firmaron en su momento y, sin escrúpulo alguno, ahora dejan en la calle con hijos y sin techo donde cobijarse. Todo ello, mientras nos bombardean a través de los medios de comunicación con anuncios, campañas mediáticas impresionantes y continuos despilfarros. Una costumbre propia de aquellos que tienen la sartén del mundo agarrada por el mango.

Sin embargo, hay otras personas y organizaciones que se encargan de limpiar todo lo que el sistema ensucia. En Camas contamos con una de ellas, Cáritas, que sin necesidad de anuncios ni la connivencia de los que mandan (hablo de la organización, dejamos al margen la Iglesia- allá cada cual con sus creencias-), ayudan a millones de personas en todo el mundo y a cientos de familias en nuestro municipio. En el lateral de la Iglesia Santa María de Gracia, hay una serie de voluntarios que se encargan todas las semanas de ayudar y mostrar su apoyo a todas las familias que están sufriendo la crisis generada por otros. Su labor es encomiable y por ello no reciben ninguna compensación económica, aunque sí, un gran reconocimiento social -algunos podrían aprender de esto y aplicarse el cuento-.

Su manera de trabajar es la siguiente: todos los lunes recogen los documentos de los nuevos usuarios (DNI, libro de familia, certificado de empadronamiento y del INEM, fotocopia de nómina, etc). Al día siguiente, los martes, se lleva a cabo el reparto de los alimentos (18:00 -19:30h) y los jueves se reúnen para estudiar cada caso y determinar si cumplen los requisitos, es decir, que no tengan posibles para cubrir sus necesidades básicas. Hay que recordar que existen en el municipio tres centros de Cáritas y que todas realizan una espléndida función.

Es interesante conocer cómo consiguen los alimentos, ya que la compra se realiza una vez a la semana en cualquier supermercado. El dinero proviene de socios, donaciones y de las colectas de misa del primer fin de semana de cada mes. Por el momento, sólo uno de estos supermercados les hace descuento y otro, en ocasiones, les regala algo. Cabe recordar que se trata de firmas de reconocido prestigio. En el caso de las multinacionales, consolidadas incluso fuera de nuestras fronteras, no aportan absolutamente nada y ganan miles de millones de euros al año -omito sus nombres, porque encima no les vamos a hacer publicidad-. Tampoco reciben subvenciones de ningún tipo.

Esto no es tarea fácil, en ocasiones las personas se acostumbran a ser atendidos por este servicio y se les olvida que es una ayuda que se les proporciona, por lo que tendrían que estar agradecidos y no exigir. Aunque se conoce que son casos aislados. Por lo general, estos voluntarios indican que es un trabajo que desgasta, pero que merece la pena.

Unas 116 familias acuden a este servicio, a la mayoría les sirve para seguir adelante, y otras viven al límite intentando no caer hacia el abismo. Mientras tanto, soportamos con resignación las informaciones acerca de los sueldos y jubilaciones millonarias de los banqueros, la corrupción política, deportistas multimillonarios a los que encima les regalan coches de lujo; y la mayoría con sus fortunas fuera de España para no pagar impuestos.

En definitiva, deberían predominar los valores que se transmiten desde este tipo de organizaciones y no los aportados por el sistema capitalista. Visto desde mi humilde perspectiva, estas organizaciones, ayudando a los demás, se están imponiendo a la desfachatez de la banca. Tal vez, siguiendo esa senda de colaboración, algún día los ciudadanos tengamos la posibilidad de recuperar la soberanía, esa soberanía que regalamos hace ya mucho tiempo.

Por CamasDigital

DIARIO PROGRESISTA DE CAMAS (SEVILLA)

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