La nueva hipótesis discute la establecida por Juan de Mata Carriazo que atribuía estas piezas de oro al rey tartésico Argantonio.

J.M. Romero

Un reciente estudio realizado por los arqueólogos Fernando Amores y José Luis Escacena, determina que el Tesoro del Carambolo se utilizó durante la “etapa fenicia” como ajuar que “engalanaba a un sacerdote y a dos bóvidos durante un ritual donde se sacrificaban en honor a los dioses Baal y Astarté”.

El importante hallazgo se obtuvo en 1958 en el municipio de Camas, concretamente en el cerro del Carambolo, está compuesto de 21 piezas de oro de 24 quilates y desde su descubrimiento se han expuesto diversas teorías acerca de su origen y uso. La nueva hipótesis sostiene que «el lote de joyas supone el ajuar litúrgico utilizado para la procesión presacrifical de un toro y una vaca inmolados, respectivamente, para Baal y Astarté». Dicha teoría se apoya en una serie de textos históricos donde se matiza que “durante la Antigüedad eran comunes los sacrificios de animales precedidos de una procesión”, ya que las “costumbres religiosas requerían de la vestimenta adecuada para la ocasión”. Así pues, se preparaban a los bóvidos adecuadamente para ser “presentados ante la divinidad”.

Esta nueva corriente de pensamiento discute la teoría expuesta por Juan de Mata Carriazo, primer arqueólogo en investigar el yacimiento y el propio Tesoro del Carambolo, donde relacionaba las citabas joyas con el ajuar del monarca tartésico Argantonio. Igualmente, también se opone a la opinión de María Luisa de la Bandera, profesora de la Universidad de Sevilla, que incide en que «el oro era un metal de uso exclusivo para los dioses». En este sentido, Amores y Escacena responden, por su parte, que los animales «al recibir el ajuar litúrgico sobre sus cuerpos, experimentaban una transustanciación de su condición carnal, proceso por el que se convertían en la propia divinidad».

Por CamasDigital

DIARIO PROGRESISTA DE CAMAS (SEVILLA)