J.M. Romero

La Inquisición española fue una institución que estuvo presente en la Península Ibérica desde 1478 hasta 1834. Creada por los Reyes Católicos, se encargaba de erradicar cualquier creencia religiosa diferente al cristianismo. Cuando se menciona al Santo Oficio, numerosas imágenes como la tortura, la crueldad o el sufrimiento aparecen dibujados en la mente humana. Sin embargo, muchas leyendas apegadas a este periodo de la historia de España son infundadas o incluso inventadas por otras potencias de la época que querían dañar la supremacía española.

A finales del S. XV, existía una corriente bastante extendida entre los principales líderes políticos y religiosos para unificar a todos bajo una misma patria, corona y creencia. Para convertir esta intención en realidad, sucedieron una serie de acontecimientos históricos que ayudaron claramente a la consecución de este objetivo: el enlace matrimonial entre Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla (posteriormente conocidos como los Reyes Católicos), el descubrimiento de América, la conquista del reino de Granada y la adhesión de los últimos grupos judíos en Sevilla o Córdoba. De esta manera, se intervenían todos los aspectos que conformaban el ente social de la época y por lo tanto el absoluto control sobre la población. En este ambiente, la necesidad de mantener una creencia religiosa ortodoxa y común entre todos era imprescindible, así que para acabar con la diversidad –musulmanes y judíos-, la Santa Inquisición precisaba un papel fundamental.

La Inquisición era un tribunal religioso que se encargaba de castigar acciones contra Dios y la Iglesia Católica. Por lo general, solía actuar siempre de la misma forma, a través de intensos interrogatorios a manos del inquisidor y, en ocasiones, también con la presencia del torturador.

No obstante, a diferencia de la creencia comúnmente establecida y a tenor de lo aportado recientemente por los archivos secretos del Vaticano, esta etapa se encuentra llena de mitos, generando leyendas e historias a lo largo de los siglos que han conformado un halo difuso conocido como la leyenda negra sobre la Inquisición. Muchos historiadores y estudiosos en la materia mantienen la hipótesis de que se ha exagerado considerablemente en cuanto a la participación del torturador. Se habla de que incluso en los momentos de mayor actividad, teniendo en cuenta la mentalidad de la época, sólo se torturó a un 5%  de los prisioneros. Según los datos, en cuanto a la quema de brujas, en países como Austria o Alemania la cifra es escalofriante, mientras que en España los casos de brujería están documentados y rondaron el medio centenar. Por lo general, los expertos explican que la mayoría de los interrogados por el Santo Oficio fueron puestos en libertad.

La propaganda antiespañola y anticatólica, sobre todo difundida durante el S.XVI por parte de Inglaterra y Holanda, se ha encargado de manipular la etapa inquisitorial. El sector protestante utilizaba este tipo de estrategias para mermar la supremacía del imperio católico español. De igual forma, artimañas similares siguieron utilizándose para cuestionar la manera en que los españoles conquistaron el “Nuevo Mundo”.

A pesar de la posible manipulación de la información en algunos acontecimientos de la historia, no es justificable, en ninguno de los casos, la violencia o la crueldad. La Inquisición fue como la denominó el Papa Juan Pablo II “un periodo tormentoso”, pero también un episodio deplorable en la historia de la humanidad. Con todo ello, los españoles han soportado desde hace siglos campañas persecutorias por sucesos que ocurrieron en etapas donde predominaba un pensamiento mezquino, y que son casi insignificantes al compararlos con matanzas y genocidios contemporáneos realizados por otras potencias como Inglaterra en la África colonial, las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, además de Afganistán e Irak con la participación destacada de EEUU, la Alemania nazi o la Italia de Mussolini; entre otros innumerables capítulos lamentables de la historia reciente.

Por CamasDigital

DIARIO PROGRESISTA DE CAMAS (SEVILLA)

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