Enrique Castro es miembro de IU de Camas

Pasada ya una semana de las pasadas Elecciones Municipales, parece un tiempo lo suficientemente prudente como para que se hayan asentado las primeras reflexiones hechas “en caliente”, que hayan reposado las ideas lo necesario como para ser capaz de empezar a realizar mis propias valoraciones sobre lo acaecido en esa convocatoria electoral en el marco de la realidad social con la que nos encontramos, primero a nivel general y, en concreto, en Camas, por ser mi realidad más cercana.

 

Estas notas ni son, ni pretenden ser, un estudio exhaustivo sobre los resultados electorales, ni un informe político al uso, ni encontrarás tablas comparativas que traten de sustentar tesis o antítesis alguna,.. son meras ideas que habrían de ser confrontadas con otros tantos análisis para permitirnos, sobre todo, conformar una reflexión colectiva y una respuesta a una nueva realidad; pero, sobre todo, dar paso a la construcción de la respuesta al qué hacer ante el escenario que a partir de ahora se nos presenta.

 

Como reflexión “mediáticamente asumida” se nos presenta a modo de titulares: “Histórica victoria del PP”, “El PSOE se derrumba”, “Incremento de 200.000 votos de Izquierda Unida”,.. pero pudiendo ser todo ello cierto, sería importante ir más allá en dichas reflexiones:

 

Análisis de los resultados.

Cambian los payasos pero el circo sigue.

Decía hace algunos días un ministro del PSOE que se ha producido un desplazamiento “a la derecha” de la sociedad española, pero según mi opinión no es sencillamente eso, aunque lo pudiera parecer a tenor de los resultados y me explico: es cierto que la indignación se ha instalado en estos años en la sociedad española, una indignación que por un lado ha copado las plazas españolas, pero que por otro lado se ha tornado en “voto del desalojo”, en el hay que echarlos como sea.

 

El PSOE ha sido castigado electoralmente porque ha sido el responsable de la aplicación brutal de estas políticas, es decir, por las mismas razones que llevaron a perder las elecciones a otros partidos de la derecha europea. Pero esto es una clave de la política bipartidista, cuando hay crisis económica, pierde el que gobierna. Lo cual no es sino otro signo de la despolitización masiva de la ciudadanía europea, no de movimientos a derecha o izquierda, si le damos aún a estos términos algún significado en el bipartidismo. Porque “bipartidismo” no significa solamente un régimen de partidos turnantes; significa también la existencia de consensos básicos entre ambos partidos en las llamadas y crecientes, “políticas de Estado”. En el gen de este régimen bipartidista va implícita la aceptación de este sistema y sus políticas, son reglas de juego aceptadas tanto por las dos fuerzas políticas que se alternan, como por aquellas que representan las burguesías nacionalistas.

 

En términos institucionales, el problema no está en que gane la derecha; está en que no se visualiza una alternativa de gobierno de izquierdas, ni existirá mientras que sea el PSOE el partido que recoge la mayoría de los votos de la gente que se considera “de izquierdas”.

 

Una crisis capitalista de la gravedad de la que estamos padeciendo podía ser una situación ideal para (re)componer una base social popular a las prácticas y políticas neocapitalistas gobernantes, una base social agredida por este liberalismo económico que ha perdido su cara dulce que ha perdido las mínimas condiciones de trabajo digno y derechos sociales ante la imperativa de la dictadura de los mercados. Cuando, como en España, son teóricos partidos de izquierda quienes han llevado a cabo dichas políticas de ajuste, se establecen las “diferencias” entre los alternantes (PP-PSOE) no ya en propuestas programáticas y económicas, sino fundamentalmente en términos ideológico reaccionario: identidad españolista, xenofobia, moral católica, insolidaridad. Esto es lo que se ha confirmado el 22-M y va determinar el futuro político de los próximos años.

 

Por su parte el PSOE ha ejercido de adalid del capital. Por éste se ha autoinmolado y ha sacrificado su identidad, su credibilidad, sus principios, su decencia, la confianza de sus electores, su base social, su historia, el puño y hasta la rosa. Y no es cuestión de quien encabeza el cartel en las próximas elecciones, el problema va más allá, desde la propia raiz ideológica y estructuras, el problema es el aparato del partido, el problema es el aburguesamiento de su dirigencia y la pérdida mezquina de valores, el problema es decir que viene la derecha cuando ellos han aplicado escrupulosamente sus políticas. Hoy el PSOE es una institución vivió y murió de rodillas, ha tocado cambiarlo, pero el cambio que se ha pertrechado no es más que continuar con un monólogo que siga perpetuando el saqueo a las clases populares y la desigualdad. No nos confundamos, la única diferencia entre uno y otro será que el PP podrá colocar un cardenal al frente del ministerio de educación y un militar en el de educación, pero al fin y al cabo, las políticas serán las mismas.

 

Los indignados y las Elecciones.

“cuando se violan los derechos del pueblo, la insurrección es para el pueblo el más sagrado e indispensable de los deberes”. Robespierre

Posiblemente las páginas de la historia que se están escribiendo en muchas plazas de España acabarán siendo escritas por los indignos y no por los indignados, de todas formas y a pesar de ello es muy importante el proceso que se ha iniciado. Es importante aunque, de momento la indignación no haya tenido resultados a corto plazo, o sea, no ha llevado los votos hacia la izquierda, ni siquiera a una abstención masiva; porque quizás tampoco sea éste el fin primigenio del movimiento.

 

En una situación donde huele mal alrededor de lo institucional donde una gran nube fétida ha acabado por enmierdarlo todo, el movimiento de la indignación intenta insuflar aire nuevo en esa especie de pequeñas ciudades alternativas, cual zocos medievales, los mercados populares precapitalistas, espacios donde se socializan las alternativas, lugares de encuentro, de intercambio, de cooperación. Lugares vivos, pero a contracorriente de los valores dominantes y los poderes establecidos. Frágiles porque esa es la esencia de ese movimiento embrionario y que la izquierda social y política necesitaba para respirar y sentirse viva. Un lugar donde puedes encontrar jóvenes provenientes del movimiento okupa, profesores universitarios, viejos luchadores, estudiantes, antiguos dirigentes del PCE sevillano,…

 

El 15-M y todo el movimiento que lleva aparejado no ha nacido para influir en las elecciones, para proyectarse hacia lo institucional. Su sentido es activar, revitalizar, dar contenido, articular… “lo social”. Tras la fase de explosión de esperanzas y alegría de las primeras semanas de existencia, llega ahora la lucha por la supervivencia: salir de las plazas y llegar a los barrios, a los centros de trabajo, a las universidades, reemplazar a las acampadas por redes asociativas, construir consensos y gestionar desacuerdos y conflictos de forma democrática y pluralista; convertir el acontecimiento en proceso…

 

Es una realidad que muchos jóvenes (y no tan jóvenes) tienen cierta animadversión y casi miedo a la organización política o partidaria. Otros están escaldados de los partidos políticos “tradicionales”, todos estamos hartos de su corrupción y nepotismo. Ante todo ello estas acampadas, sin ser la solución si han de representar un germen, una respuesta humana ante un abuso, al cual no se va a poner fin sin más “trabajo” –y seguramente sacrificio- por parte de los indignados.

 

Por el bien de la democracia, la justicia, la libertad y el socialismo ojala sea ésta la hora de los indignados, pero no lo será sólo por la indignación, ni tampoco por ser jóvenes, ni por estar parados, sino por tomar conciencia de su situación y trabajar para modificarla a su favor. En ese sentido sería importante que esa indignación individual y colectiva que generó esta campaña, se torne en la necesaria rebeldía ante una realidad injusta y propicie, con ello, su necesaria transformación. De no ser así, este movimiento puede quedar en un simple espejismo, un gran poso de conciencia, pero sin haber conseguido ir más allá.

 

En resumidas cuentas, nada ha cambiado. Por mucho que ahora nos apabullen con la contundente victoria de unos contra los mismos, por mucho que nos hablen de un nuevo ciclo, todo seguirá igual para los indignados. Siguen hablando de democracia para definir un sistema que sólo quiere ciudadanos mudos, apáticos, sumisos, y que una vez cada cuatro años se acerquen, mansamente, a depositar un trozo de papel en una urna. Como rezaba una pintada “sin tener relaciones cada cuatro años no es tener vida sexual, votar cada cuatro años no es tener democracia”.

 

Por supuesto, seguramente cuando el PSOE pase a la oposición cambiará de discurso y seguirá representando la alternativa electoral a la derecha (desde la misma derecha) si no se rompe el bipartidismo. Pero no cambiará su sumisión al capitalismo neoliberal. La ruptura de una corriente significativa de izquierda dentro del propio partido socialista, como la que ha tenido lugar en otros países: Alemania, Francia… sería deseable, pero todos los acontecimientos demuestran que ésta no va a producirse.

 

Demasiadas veces en los últimos años, la izquierda social y política no ha conseguido realizar las posibilidades de avanzar que contenían iniciativas, movimientos, proyectos… La vida nos ha dado una nueva y formidable oportunidad, que es también un reto. Sería importante seguir construyendo, sumando, articulando y, sobre todo, no pensar en volver a desperdiciarla.

 

Izquierda Unida y Camas.

“…a diferencia del capitalismo, la izquierda sólo tiene dos armas que son dos herramientas para el cambio: la palabra y el ejemplo….”

A diferencia de muchos de los análisis que se han realizado por los diferentes órganos de Izquierda Unida, no puedo considerar que haya sido un éxito los resultados electorales alcanzados por Izquierda Unida a nivel general y no lo puedo considerar así por diferentes razones:

 

1.      Con todo lo que ha llovido, tras un ataque sin precedentes a la clase trabajadora y una huelga general que hayamos subido sólo 200.000 votos es “un fracaso” y si algunos lo consideran un éxito desen por felicitados.

2.      En política, yo al menos, estoy para transformar la realidad y no para estar en las instituciones, pero dicho esto es necesario constatar que el haber perdido la participación en gobiernos como el de Córdoba o Sevilla imposibilita enormemente que propuestas transformadoras y superadoras de desigualdades puedan abrirse camino.

3.      Que no se haya visualizado pública y electoralmente a IU como la fuerza necesaria y alternativa al binomio PP-PSOE es un nuevo fracaso que ha de hacernos reflexionar sobre los errores cometidos.

4.      Me parece lamentable la ausencia total de elementos autocríticos que aparecen en algunos de los informes y valoraciones realizadas por los órganos a los que he podido tener acceso.

5.      …

 

En referencia a esta llamada “Revolución de los indignados” e Izquierda Unida, sería importante ya finalizados los comicios, por un lado que tanto cargos públicos como IU en general se pongan al servicio de esa “Revolución” y lleven a las instituciones las propuestas de los indignados: cambio de la ley electoral para que todos los votos valgan lo mismo, fin de las pensiones vitalicias, jubilación a los 65, derecho a una vivienda digna, servicios públicos de calidad, financiación pública de la investigación, control de las entidades bancarias, reforma fiscal para que paguen más las grandes fortunas, no al control de internet, abolición de la Ley Sinde, etc… Pero al mismo tiempo es necesario ir más allá, cuando hablamos de ¡¡Democracia Real ya!!, además de ese cambio de la Ley Electoral que dé proporcionalidad a los resultados, estamos hablando de listas abiertas en los procesos electorales, que se califique como delito el incumplimiento de los programas electorales, que se tipifique la obligatoriedad de someter a referéndums determinadas decisiones como la reforma de las pensiones,… Pero estas son prácticas que tiene que atravesar las organizaciones partidarias, abriéndolas y haciéndolas más participativas, al menos ello es lo que defiendo que se haga en Izquierda Unida. De no ser así, de no abrir nuestra organización y democratizarla, además de ir en contra de ese necesario y democratizador proceso, estamos abocados a que la realidad nos pase por encima, a que Izquierda Unida deje de ser (en la medida que pueda hacerlo en la actualidad) de ser necesaria para la clase trabajadora y la izquierda social, a que este proceso acabe consolidando otra alternativa al margen de esta organización,…

 

Sí, es necesario replantearse la situación, pasar del análisis reduccionista de “moderado optimismo” por haber incrementado 200.000 votos a nivel general y pasar a la ofensiva. Si creemos, como creo convencida y objetivamente, en la necesidad de Izquierda Unida debemos dar respuestas a esa nueva realidad, renunciar a esa organización cerrada y anacrónica en que la hemos convertido en muchas ocasiones y lugares y construir una IU abierta, democrática, participativa, alternativa y transformadora, que dé respuestas a las nuevas realidades y demandas de la izquierda social de este país.

 

Terminar hablando, aunque sea brevemente de Camas y lo de breve no es porque me importe menos, sino porque me hago jirones cada vez que tengo que analizar y reanalizar la situación de Izquierda Unida en Camas, no sé si por una estúpida obsesión, por ser consciente de cuantas compañeros y compañeras se dejaron años y esfuerzos en post de unos valores y certezas, por ser la realidad que mejor conozco, por rabia… pero fuere como fuere no quiero dejar de reflejar algunas líneas sobre lo aquí acaecido.

 

Cual crónica de una muerte anunciada el proceso llevado a cabo en el seno de la organización en Camas ha acabado por trasladarla a una situación de aislamiento social y electoral lamentable. IU lleva años dejando decenas de “muertos en las cunetas políticas”, lo que en su tiempo eran debates políticos que se resolvían bien por la vía del consenso, bien por la asunción por las partes de un funcionamiento democrático de toma de decisiones, acabo por convertirse en verdaderas confrontaciones cainitas que acababa con el desgarro de la parte de la militancia y, por ende, del apoyo social. Todo ello, acompañado por una serie de pactos con la derecha ilógicos e incoherentes, que no tenían otro objetivo de llegar al poder a costa de lo que fuera, todo ello llevo aparejado una institucionalización exacerbada y sin criterios político-programáticos coherentes y consecuentes con lo que propugnamos. Naturalmente a ello había que sumarle un abandono de lo social (a veces hasta de la parte política), que ha de ser elemento fundamental de nuestra propuesta organizativa…. En fin, todo ello nos ha llevado a esta situación.

 

Ese debilitamiento organizativo y político de Izquierda Unida de Camas ha posibilitado que un PSOE en retroceso a nivel general saque mayoría absoluta en nuestra ciudad, que un PSOE atravesado por casos de corrupción a través de los ERE’s obtenga 11 concejales. Nuestra propia irresponsabilidad ha dado aire a otras organizaciones que como UPyD han recogido el voto del desencanto de la ciudadanía camera.

 

A partir de aquí ¿qué? Por mi parte vuelvo a reiterar que somos tremendamente necesarios, pero sólo en la medida en que IU funcione en base a la construcción de síntesis dialécticas o consensos como método de toma de decisiones, sin que ello signifique la pérdida de pluralidad interna sino todo lo contrario, sin que ello atente contra el concepto de democracia más amplio y profundo. Y sobre todo, en la medida que seamos capaces de sumar, sumar, sumar.

 

Pero este proceso de construcción es demasiado importante para dejarlo en manos exclusivamente de la dirección de turno o de unos pocos. Para cambiar IU tenemos también que cambiar nosotros, cambiar muchas veces nuestra actitudes y nuestros conceptos. Acometer esta tarea no como algo que viene solo de arriba, sino fundamentalmente desde abajo, convirtiendo a los hombres y mujeres de IU en los verdaderos protagonistas de la recuperación del proyecto. Acabar con el concepto patrimonializador de la organización, Izquierda Unida ni es de los que la fundaron y lo es tampoco de los que hoy militan en ella, IU es y se debe a la clase social y los sectores a los que dice representar y en ese sentido debe abrir cauces a una verdadera participación de los mismos.

 

Renovar una organización es mucho más que poner una cara amable de cabecera, en Camas debe producirse una renovación general: de las palabras a los hechos. Los compañeros que han encabezado y dirigido en los últimos años, bien desde la organización, bien desde lo institucional, deben dejar paso a gente que esté dispuesta a llegar a síntesis y acuerdos. Sólo de esta forma puede crearse el buen clima que posibilite un debate real y, sobre todo, una democracia participativa transparente sin los vicios adquiridos en el pasado. No podemos seguir funcionando de un modo reduccionista de toma de decisiones por parte de la minoría y acatamiento por la mayoría.

 

Tenemos que ser una organización con propuestas útiles y viables para la transformación social y para la mejora de las condiciones objetivas de vida de las clases populares en la perspectiva de la superación del sistema económico capitalista. Tenemos que hacer de la democracia nuestro mayor valor, pero esa democracia no es sólo el valor del voto, como decía es necesario abrir las candidaturas, favorecer cauces participativos,… en definitiva hacer de Izquierda Unida una organización atractiva y, sobre todo, útil. Para esa tarea, para construir, siempre podréis contar conmigo.

 

AUNQUE HE TRATADO DE SER BREVE Y TENGO MUCHAS MÁS COSAS POR DECIR, PERDÓN POR LA EXTENSIÓN DE LA REFLEXIÓN

 

Por CamasDigital

DIARIO PROGRESISTA DE CAMAS (SEVILLA)

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